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domingo, 24 de noviembre de 2013

¿No disparen al periodista?

Por favor, no disparen al pianista, advertía un cartel en varias cantinas del Lejano Oeste. O al menos en el Lejano Oeste que yo conozco, es decir, el de alguna que otra película western de esas que veías un domingo cuando no había nada que hacer (¡aquel tiempo en el que no tenía nada que hacer!).

No soy una apasionada de este género, a decir verdad, difícilmente sería capaz de ver terminar una de esas películas. Pero la frase de esos carteles siempre caló hondo en mi mente. ¡Pobre pianista! Él, que sólo ponía cierto ritmo y alegría a un local en el que el juego, la bebida y las trifulcas eran los protagonistas, tenía que lidiar con la posibilidad de que una bala perdida de un tiroteo fuera a parar a su cabeza.

O directamente, el músico podía convertirse en el objetivo de un parroquiano algo ebrio y mosqueado, que en lugar de enzarzarse con el dueño de la cantina (un tipo armado y con cara de pocos amigos), lo hacía con aquel hombre débil y centrado en su trabajo que difícilmente se atrevería a vengar el ataque.

Lo más curioso es que no se trata solo de algo que ocurriese en aquellos tiempos remotos. ¿Os suena eso de “pagar justos por pecadores”? Viene a significar prácticamente lo mismo, y por desgracia, podemos experimentarlo prácticamente cada día. ¿Culpables de la crisis? Nosotros podríamos debatir horas sobre el tema, pero ellos, los de arriba, lo tienen claro. ¿Por qué iban a culpar, yo que sé, a los bancos, pudiendo directamente disparar a los derechos de los trabajadores? (y es sólo un ejemplo de los muchos casos que al igual que a mi, a ti se te estén pasando por la cabeza).

Y supongo que yo, como periodista (o casi), empatizo con aquel pobre pianista que tenía que cargar con las consecuencias de esas trifulcas sin tener culpa de nada. Al fin de cuentas, ambos tenemos una de las profesiones más desfavorecidas de nuestra época. Que sí, que yo no me llevaré un balazo en ninguna parte, pero sí que me tocará más de una vez pagar los platos rotos por otro. Por eso, aprovecho para pedir desde aquí, la entrada que da nombre al blog: señores, por favor, ¡no disparen al periodista! Que ya bastante tenemos con lo que tenemos.

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